Me gustaría empezar una nueva sección de este blog hablando de las jardineras que podemos encontrar en Barcelona.
Además de los espacios verdes comunes (jardines, parques, parterres, etc.) y el arbolado viario, creo que es importante destacar también la presencia de otro tipo de elementos que, en ocasiones, no se les da suficientemente relevancia como es el caso que ahora nos ocupa.
Las jardineras urbanas no solamente cumplen la función de ser un simple contenedor o recipiente que haga de soporte a una determinada planta, sino que son elementos decorativos de primer orden que cumplen criterios estéticos para resaltar las cualidades y el porte de la especie (o especies) que alberga. También contribuyen a vertebrar el entramado viario de calles y avenidas quebrantando la aparente monotonía que puede percibir el ciudadano al estar enfrente del arbolado de alineación, generando puntos de interés donde la vista se focaliza casi automáticamente al apreciar cambios de forma, de tamaño, de especies vegetales e incluso, de colores.
Primer ejemplo:

Localización
Las jardineras de madera («bacs» en catalán y en francés) contrastan con la textura y el color del pavimento y resaltan la estructura del arbolillo que en este caso está acogiendo. Un buen exponente lo podemos encontrar en la calle Gran de Gràcia, que trataré más adelante.
La historia de este tipo de jardineras remonta a los jardines barrocos de corte formal de los palacios franceses del el siglo XVII. Por ejemplo en el palacio de Versalles, donde usaban los «bacs» para exponer naranjos de forma temporal en los meses de verano.
En este caso, la jardinera sustenta un ciruelo rojo (en catalán «prunera vermella», y cuyo nombre científico es Prunus cerasifera ‘Pissardii’) con encojinado/mulching de corteza de pino.